Cuando se deberían estar organizando los festejos del primer aniversario del título en Qatar, la Selección vive horas de mucha incertidumbre. La aparición pública de Lionel Scaloni en el sorteo no hizo más que agigantar las dudas, porque sus palabras ni siquiera dejaron en claro que va a dirigir la Copa América de Estados Unidos. Cuando la Scaloneta era una isla dentro de nuestro país porque funcionaba a la perfección como casi nada en la Argentina, de repente, se hicieron las 12..La pregunta del millón es qué sucede en la Selección, qué le pasa a Scaloni que duda en continuar con el ciclo más exitoso de la historia. El entrenador siempre se ha mostrado con un gran sentido común y todo lo bueno que fue pasando en estos cinco años tiene que ver con decisiones que vienen de la lógica de un técnico que siempre priorizó el inodoro en el baño y la heladera en la cocina. No buscó cosas raras en lo táctico y mucho menos en lo humano. Así, hizo de la Scaloneta un lugar amable y confortable.Está claro que al Lionel DT hay algo que no le cierra hace rato. No hay que ir muy atrás en el archivo (menos de un año) para encontrar cuando dudó, y mucho, en continuar con el proyecto. Después de la vuelta olímpica en Qatar, estuvo más de dos meses deshojando la margarita. Los planteos internos de aquel enero frío en Mallorca son similares a la bomba que lanzó en pleno Maracaná, luego de un triunfo histórico. No hay cosas graves en el detrás de escena, es la suma de pequeños problemas y también de sensaciones personales, algo que solo Scaloni podrá explicar.Casi a fines de febrero le dio el sí a Tapia, en una romántica París, en la previa de los premios The Best. En un café y con una foto se firmó la pipa de la paz, aunque durante todo el verano trabajaron arduo representantes y abogados para adecuar un contrato hasta el 2026 de un entrenador (y su cuerpo técnico) que pasó de interino a campeón del mundo. Parecía que se habían zanjado las diferencias -por lo menos, las económicas e impositivas-, pero los inconvenientes continuaron.