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21 de septiembre de 2024
Desacuerdo con el gobierno de Milei alejaría la posibilidad de una visita papal a la Argentina
Francisco dio el mensaje más crítico sobre la gestión de Milei desde que asumió; ratificó la centralidad de los pobres en la visión de su papado y alejó las chances de una visita al país
El mensaje del papa Francisco en el décimo aniversario de su primer encuentro con los movimientos populares ratificó la centralidad de los pobres en la visión de la Iglesia y acentuó el llamado a evitar las situaciones de violencia. A la vez, marcó una ruta que realza la línea pastoral que prioriza el Episcopado para atender las urgencias en el país. Una insistente prédica del presidente del organismo episcopal, monseñor Oscar Ojea. Pero lo que más llamó la atención fue el duro cuestionamiento político que le hizo a la gestión de Javier Milei. Sin duda, el pronunciamiento más duro desde que asumió el poder en diciembre.
Ante los líderes de las organizaciones sociales, -entre ellos Juan Grabois-, el Papa revalorizó el derecho a la protesta, por encima de los mensajes cargados de ideología, e insistió en promover la paz y evitar las distintas formas de violencia. En ese sentido interpretan en la Iglesia su referencia al uso del gas pimienta en una reciente protesta por las jubilaciones.
"El Papa tiene clarísimo que la violencia nunca lleva a nada bueno. Busca privilegiar la paz. Las situaciones de violencia en la calle nunca terminan bien", comentó una fuente episcopal, consciente del escenario social que envuelve a la Argentina, al interpretar el mensaje de Francisco. En el Gobierno esta frase fue leída como una crítica al protocolo antipiquetes, una política de la que Milei se siente orgulloso porque, según sus palabras le permitió "ordenar la calle".
En varios pasajes de su mensaje, Francisco basó sus reflexiones en la frase "lo que algún hermano me ha dicho", según sus palabras. Se nutre, en efecto, de las percepciones que le dejan los encuentros personales que mantiene en Roma, lo que le permite comprender distintas voces y completar el cuadro de la realidad argentina, especialmente en el plano social.
Esta semana recibió en su casa de Santa Marta a seis obispos argentinos designados recientemente por él: Juan Ignacio Liébana (Chascomús), Alejandro Pardo, Pedro Cannavó e Iván Dornelles (auxiliares de Buenos Aires), Alejandro Musolino (auxiliar de Córdoba) y Mauricio Landra (auxiliar de Mercedes-Luján), que viajaron para participar del curso anual de formación para nuevos obispos. Mantuvo con ellos un diálogo cercano y les preguntó sobre la realidad pastoral de sus diócesis. También recibió una descripción cruda de los propios movimientos sociales con los que se reunió hoy, con Grabois al frente.
No hay que dejar pasar por alto que el Papa tuvo el lunes pasado un encuentro informal en Santa Marta con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien le presentó un informe de su gestión. No trascendió nunca el contenido de esa reunión, ni tampoco una foto. Con el mensaje de hoy, queda claro que el Papa, que fue el encargado de invitar a la ministra, le quería anticipar su diagnóstico antes de hacerlo público.
Ese mismo lunes, a la mañana, había tenido un encuentro protocolar con una delegación de la CGT en la Biblioteca del Palacio Apostólico. Todas las fuentes de información son válidas para Francisco, quien en el mensaje a los movimientos populares alertó sobre varias medidas del gobierno argentino, incluido el detalle del gas pimienta.
"Una encíclica social"
"Hay que leer el documento entero que Francisco les dirigió a los movimientos populares, que es una verdadera encíclica social. Todo el texto es una maravilla y manifiesta las realidades de un trabajo que se ajusta a la doctrina social de la Iglesia, como la expansión de las apuestas online, el narcotráfico, la prostitución infantil y la trata de personas", observó una fuente eclesiástica.
El mensaje de Francisco robustece la alianza de la Iglesia con los movimientos sociales, que se resume en la consigna de "plantar bandera por las tres T: tierra, techo y trabajo", considerados "derechos sagrados" por el Papa y adoptados por las organizaciones, a quienes el propio pontífice les pidió "no aflojar con la economía popular". "Ustedes tienen la obligación de evitar la propagación del odio, la violencia, las falsas noticias, la polarización extrema y el racismo", les encomendó.
Nada más alejado de la visión social del Gobierno, que sistemáticamente ha venido relegando a los movimientos de las políticas asistenciales y a los que además denunció penalmente. En este contexto, parece alejarse más la posibilidad de que el papa Francisco visite la Argentina, como se especuló muchas veces.
Ya en julio de 2022, durante el gobierno de Alberto Fernández, en medio de un contexto social preocupante, el obispo Ojea recibió a dirigentes de movimientos sociales y les dijo que la Iglesia "comparte la preocupación por la situación de indigencia de una parte importante de la población, que se suma a la gravedad de la crisis económica que hace imposible llegar a fin de mes para una gran mayoría".
Desde hace tiempo, en sintonía con las palabras de Francisco, Ojea y la conducción del Episcopado insisten en la necesidad del diálogo y de aunar esfuerzos para evitar todo tipo de violencia, recordando que "los movimientos sociales históricamente han sabido trabajar para la construcción de la paz social".
Con especial atención la Iglesia sigue la crisis de los alimentos, que alcanzó un punto extremo en el verano último, con las denuncias por retenciones indebidas en la distribución a comedores comunitarios. En varios de ellos, donde "antes había 50 personas, ahora hay más de 100″, advierten en la Iglesia.
Una realidad cada vez más presente en la agenda de los obispos es el crecimiento de la pobreza y la percepción de ese flagelo en la sociedad, incluso en el interior de la propia Iglesia. "Algún hermano me dijo: No sea tan duro con los ricos’. Jesús fue más duro que yo, eh", advirtió Francisco, al poner en el centro un problema que afloró en los últimos años en la Argentina, a la par del crecimiento de los índices de indigencia.
"Francisco insiste en considerar a los más pobres como protagonistas de su desarrollo humano integral y no como sujetos pasivos", reflexionó un obispo, consciente de que esta prédica tiene tanta validez puertas afuera como adentro de la Iglesia.