En el barrio Ramón Carrillo, de Villa Soldati, se encuentra el Merendero “Los Carrillitos”, desde tiempos de pandemia de coronavirus. Entonces, concurrían 15 niños, y actualmente lo hacen 60, cuyas edades oscilan entre los dos meses de vida y los 16 años. Virginia Cáceres, referente de la entidad benéfica, señaló a Crónica“Empezamos con vecinas y compañeras, porque la estábamos pasando mal en la pandemia, pero mejor que ahora”. Virginia dio cuenta que los recursos alimenticios son insuficientes, mientras que la demanda de un plato de comida se incrementa, e incluso se multiplica. Un contraste que Cáceres adjudicó a que “desde noviembre pasado no nos dieron más mercadería y nos mantenemos gracias a donaciones. Lo más triste es verla acumulada, sin repartir. La estamos pasando muy mal”

“Pocos recursos”

 La situación es la misma en el “Merendero de Los Pibes”, del barrio Papa Francisco, ubicado en la localidad bonaerense de Pontevedra. Allí también acuden 60 chicos, a los que se suma una cantidad similar de adultos que retiran la cena para sus familias. Yael Robles, integrante de dicho establecimiento, detalló a este diario: “Las meriendas las realizamos dos veces por semana, a veces una, ya que contamos con muy pocos recursos. Este año se nos dificultó muchísimo. Anteriormente recibíamos mercadería, y a principio de año eso se cortó. Era nuestro principal sostén”En consecuencia, la iniciativa continúa desarrollándose gracias a la caridad de aquellos que son denominados “padrinos”, y mediante una vía de comunicación, tan tradicional pero eficaz, como “el boca en boca”. De esa manera se obtienen alimentos y fondos, destinados a comprar artículos de limpieza, garrafas, y a cubrir otras emergencias. 

Mientras lleva adelante dicho afán solidario, Robles dejó en claro que “se dice que los alimentos de Nación están siendo entregados, pero a nosotros aún no nos llegaron. Esperamos que sí, ya que hay muchas familias que están pasando hambre. Todavía tenemos unos días para seguir esperando y ojalá que nos tengan en cuenta”.

Un ruego que es el mismo al expresado por Gladys, que también asiste, en el Barrio Cristo Rey, de la localidad platense de Olmos, a unos 60 pequeños y a sus mayores mediante porciones de merienda y cena; una tarea que cada vez más se torna dificultosa. En referencia a ello, la representante del comedor “Por siempre paz” enfatizó: “Tenemos una sensación horrible, porque debo analizar con qué elementos y mercadería cuento para ver cómo organizarme con la merienda y con la comida. En cuanto a la primera, la leche en polvo es cara, antes la daban, y entonces les ofrecíamos mate cocido”. 

En ese contexto apremiante, abuelos con sus bolsas, niños calzados con zapatillas rotas, o mujeres embarazadas forman largas filas de espera para, al menos, comer una vez al día. No obstante, quienes les brindan esa posibilidad, muchas veces se ven imposibilitados de ayudarlos, tal como lo reconoció Cáceres, al afirmar que “no se entiende por qué actúan así desde el Gobierno. Somos madres y abuelas, y nos parte el alma decirle a los chicos que no tenemos más. Nos falta arroz , harina, azúcar, leche en polvo, aceite, nada tenemos. Es un momento horrible para la gente humilde, pobre, porque no tiene para comer. Estamos desesperados, no sabemos para cual lado correr”

A su vez, Sonia, de la Asociación Civil “Los niños serán felices”, de la localidad bonaerense de Virrey del Pino, manifestó que “es indignante y triste ver que haya alimentos que se están echando a perder, y son alimentos que nosotros hemos pedido”.

Y agregó: “Nosotros vamos a seguir, incluso golpeando puertas mientras las respuestas sigan siendo negativas, como hasta ahora”. En ese camino de dificultades, cargados de malestares, reclamos y decepciones, los comedores, merenderos y ollas populares siguen marchando mientras las necesidades crecen, razón por la cual suman esfuerzos, emplean métodos alternativos para canalizar colaboraciones y medios de sustentación de sus misiones solidarias, que alcanzan a miles de personas, que postergan el hambre. Yael Robles, del “Merendero de Los Pibes”, entregó un elocuente concepto de estos proyectos benéficos, y el rol que desempeñan en la sociedad, al manifestar que “no sólo queremos que sea un merendero, sino un lugar de contención para los chicos de los barrios que nos rodean , así como para sus madres y sus familias. Esperamos a futuro poder seguir creciendo, ya que creemos que además de llenar la panza, es importante llenar la mente de conocimiento y alimentarnos también de educación”.