Más allá del mito capitalista: El nacimiento del “empresario cooperativo”

Por José Yorg, el cooperario.

 “La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas” Erich Fromm

 “Si hubiera una única verdad, no sería posible pintar cientos de cuadros sobre el mismo tema”. Pablo Picasso.

Más allá del mito capitalista: El nacimiento del “empresario cooperativo”

¿Y si todo lo que nos enseñaron sobre el ‘empresario’ estuviera incompleto? La figura del empresario, lejos de ser exclusiva de un modelo económico, es una creación humana que hoy desde la economía social lo re-significamos. Por tanto, la figura del “empresario” es una creación humana y lingüística.

Este artículo periodístico forma parte de un trabajo académico en preparación más extenso y profundo, sin embargo, tenemos la más profunda convicción de que compartir parte de esa investigación es nuestro deber para incentivar el debate necesario sobre esta temática. En la fase de investigación, se recurrió a la inteligencia artificial (IA) de Google para profundizar en las diferentes interpretaciones sobre mi idea del papel del ‘empresario cooperativo’ en la economía social.

Consideramos pertinente realizar un rápido análisis lingüístico del término “empresario” desde lo etimológico: La palabra «empresario» proviene del término «empresa», que tiene raíces en el italiano impresa y en el latín inprendere (atrapar, emprender). El origen, por lo tanto, no está ligado a una ideología específica, sino a la idea de la acción de emprender un proyecto o una aventura. El sufijo «-ario» simplemente indica una profesión o cargo. Esto demuestra que, en su esencia, el término se refiere a la persona que inicia y gestiona un proyecto, independientemente de la estructura económica.

Evolución del significado: El significado de «empresario» ha evolucionado con el tiempo, adaptándose a los cambios sociales y económicos. Por ejemplo, en la época mercantilista, se asociaba al mercader. Posteriormente, con la consolidación del capitalismo, fue reinterpretado por diferentes pensadores, como Jean-Baptiste Say, quien lo asoció con el riesgo y la gestión. Analizar esta evolución permite mostrar cómo el término ha sido apropiado y resignificado por diferentes corrientes.

Diferentes perspectivas sobre la figura del empresario.

La perspectiva de izquierda: La empresa y su  propietario, dueño de los medios de producción, extrae la plusvalía del trabajo de los obreros. En este contexto, el término se usa para señalar la explotación inherente al sistema capitalista. El error de esta postura es atribuir la explotación exclusivamente a la ‘empresa’ como herramienta, cuando la raíz del problema está en el sistema que la utiliza para expoliar, pues, el término “empresa” refiere simplemente a una herramienta, y como tal puede ocuparse para expoliar o emancipar económicamente.

La perspectiva liberal/clásica: Autores como Joseph Schumpeter o Ludwig von Mises resaltan el papel del empresario como un agente de innovación, un «destructor creativo» o un descubridor de oportunidades. En esta visión, el empresario es el motor del desarrollo económico. El empresario capitalista posee un contexto favorable que la literatura, los medios de comunicación, la academia refuerzan la idea de que el empresario es el único capaz de crear riqueza, sin embargo, esa visión heroica, promovida por la literatura y los medios, consolida interesadamente un mito que invisibiliza el papel fundamental del trabajador.

La perspectiva cooperativa: El «empresario cooperativo» redefine la figura, centrándose en la propiedad colectiva y el bienestar de los socios, desafiando la asociación exclusiva del término con el beneficio individual. Liderazgo democrático-participativo: El empresario cooperativo en una cooperativa difiere del de una empresa tradicional. El empresario cooperativo debe ser capaz de liderar de forma participativa, facilitando el consenso entre los miembros para tomar decisiones, lo cual nos habla de una evolución social y humana.

Pensemos en la cooperativa de producción “X”, donde el ‘empresario cooperativo’ no es un dueño individual, sino un liderazgo colectivo que coordina los esfuerzos de los asociados para lograr el éxito conjunto.

Consideramos que es tiempo de hablar con el término «Empresario cooperativo» a tenor de que-a nuestro modesto juicio-la figura del “empresario”, reiteramos, es una creación humana y lingüística.

El “empresario cooperativo” gestiona un sistema de objetivos multidimensional (económicos, sociales y culturales). El éxito se mide no solo por los excedentes, sino también por el bienestar de los asociados y el impacto benéfico en la comunidad, por ello se habla de desarrollo local y territorial a partir de la participación cooperativa.

Ahora ¿Cómo se maneja el capital y sus intereses correspondientes, y cómo se distribuyen los excedentes? De manera democrática participativa, se fija la tasa de interés justa. Los excedentes se reparten también de manera justa y equitativa entre los asociados, basados en su participación en la cooperativa, y no en función de su inversión de capital. Esto define y caracteriza la figura del “Empresario cooperativo».

¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!

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